Porque aunque creas que puedes perder todo en la tormenta que se disputa, habrá una pequeña salida. Sólo debes fijarte en ese pequeño escondrijo del que sale un brillante rayo de luz; perfecto y pulcro rayo de luz. A medida que te acerques a él irá jugueteando con cada poro de tu piel, haciéndolo retorcerse de placer, al sentirse de nuevo abrasado por el calor de esa preciosa luminosidad proveniente seguramente de algo inmenso.
No... No voy a imaginar que sea el Sol, pensaré que es la salida; sí, la salida de esta oscura y lúgubre estancia.
Me precipito a escarbar como sea ese lugar.
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